Europa es uno de los principales afectados por la debilidad del dólar. Un euro más fuerte (o dicho de otra manera, un dólar más débil) vuelve menos competitivas las exportaciones europeas, es decir, los productos y/o servicios europeos se vuelven más caros frente a los estadounidenses. Lo mismo ocurre para los países asiáticos.
A lo anterior se suma que el alto endeudamiento del gobierno federal estadounidense tiene el potencial de elevar las tasas de interés en los mercados financieros. De hecho, las tasas de interés de los fondos federales (tasa de referencia en los mercados internacionales) ya han comenzado a subir. La última subida fue en noviembre 10, cuando la Reserva Federal (FED) colocó la tasa de los fondos federales a 2%.
El incremento de las tasas de interés no sólo perjudica a los consumidores estadounidenses, sino que también afecta la deuda de los países en vías de desarrollo al tener que desembolsar mucho más de sus bolsillos a la hora de pagar sus compromisos financieros.
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