¿Qué podemos esperar del dólar?
Sin dudas, un dólar débil beneficia en el corto plazo al gobierno de Estados Unidos, al mantener contentos a los exportadores estadounidenses, al mismo tiempo que financia el abultado déficit comercial.
Los consumidores de EE.UU. cada día demandan más productos extranjeros.
Sin embargo, este viento favorable puede tornarse negativo en el mediano y largo plazo cuando las menores exportaciones europeas signifiquen un menor crecimiento de estas economías y, por ende, una menor demanda de productos estadounidenses.
A eso se le sumarán inversores descontentos, gobiernos fuertes (como los europeos y asiáticos) molestos y organismos internacionales capaces de ejercer presión.
En conclusión, un dólar débil sólo le sirve a EE.UU. en el corto plazo, mientras que el resto del mundo simplemente puede esperar un golpe para sus economías.
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